Melville a diferencia de los
Truffaut,
Resnais,
Chabrol,
Bresson,
Rohmer y compañía es quizás un director semiolvidado por la inmensa mayoria, en un caso similar al también extraordinario
Henri-Georges Clouzot.
Melville consiguió en el año 67 una de las cumbres del polar francés:
El silencio de un hombre (Le samuraï), una obra rica en detalles, rodada de forma sublime, un film de cine noir a la vieja usanza pero con modernidad que aún hoy en dia asombra por su dinamismo, elegancia y exquisitez.
El film técnicamente es sublime (dirección, fotografía, etc..), la actuación de
Alain Delon colosal y un final maravilloso y redondo.
En definitiva, estamos ante una obra maestra del séptimo arte.
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